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viernes, 5 de abril de 2013

El Relato De María Magdalena De La Resurrección

Un Comentario Bíblico por Jack Kelley
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron (Juan 20:29)

María la madre de Jacobo, Salomé y yo nos apresuramos por las calles de Jerusalén hacia la Puerta de Damasco. Estábamos tratando de no llamar la atención en caso que algún oficial nos estuviera buscando. Estaba apenas amaneciendo ese domingo, primer día después del siguiente Sabbat después de la Pascua. Podíamos oír a los sacerdotes en el Templo sonando los Shofar anunciando la Fiesta de las Primicias, la dedicación de la cosecha de la cebada.
Normalmente no esperábamos tanto para preparar un cuerpo para la sepultura, pero mientras José y Nicodemo habían bajado el cuerpo del Señor de la cruz y lo habían colocado en la tumba de José, ya era casi el atardecer y el Sabbat especial conocido como la Fiesta de los Panes Sin Levadura daba inicio, por lo que ya no era permitido hacer ningún trabajo. Entonces, luego de ver el lugar en donde habían colocado Su cuerpo nos apresuramos a casa para preparar las especias y los perfumes necesarios para Su sepultura. El día después de la Fiesta de los Panes Sin Levadura era el Sabbat regular y de nuevo, ningún trabajo era permitido. Finalmente llegó la mañana del domingo, que era el tercer día después que había muerto, por lo que sí podíamos proceder con la limpieza adecuada del cuerpo y aplicar las especias aromáticas cuyo aroma disimularía el olor de la descomposición del cuerpo.
Habíamos pasado los últimos tres días escondidas por temor a la Guardia del Templo, y también tratando de sobreponernos a la impresión de Su muerte. Quizás ustedes pueden imaginarse los altibajos emocionales por los que estábamos pasando. Solamente una semana antes, en el día que ustedes conocen como Domingo de Ramos, habíamos acompañado a Jesús a Jerusalén y habíamos escuchado los gritos de “¡Hosanna, hosanna al Hijo de David; bendito el que viene en Nombre del Señor!” Luego los altercados en el Templo el lunes cuando Él expulsó a los cambistas y la constante tensión entre Él y los oficiales los días que siguieron. Su traición y arresto, y Su juicio y ejecución, todo eso sucedió en jueves, y luego Él ya no estaba. Hablar de extremos se llama eso. Por supuesto, eso era exactamente lo que Él nos dijo que sucedería. Pero créanme, hablar de ello es una cosa y experimentarlo es otra cosa totalmente diferente.
Entre nosotras, quizás yo era la única que tenía un entendimiento de lo que todo eso significaba, pero aun así, yo no podía dejar de mirar furtivamente hacia atrás para asegurarme que nadie nos estaba siguiendo, y el dolor que sentía, por haberle perdido, era casi insoportable. Pero la vida continúa y finalmente había un trabajo que podíamos hacer. Quizás eso nos ayudaría un poco.

La Tumba Vacía

Cuando recuerdo esa mañana me doy cuenta de que no tenía idea de cómo podríamos entrar en Su tumba, pero nuestra tradición requería que un cadáver fuera alistado para la sepultura tan pronto fuera posible. Así que teníamos que encontrar la forma de hacerlo ese mismo día.
Pudimos sentir el terremoto cuando nos acercábamos a la tumba, pero nada nos pudo haber preparado para lo que vimos cuando llegamos. La enorme piedra con que se había sellado el sepulcro, había sido removida y había un hombre cuyas vestiduras brillaban como si fuera el sol sentado allí. Nos dijo que la tumba estaba vacía y que Jesús había resucitado tal y como lo había dicho. ¡No podíamos creerlo! “Vean por ustedes mismas”, nos dijo, “Y díganles a Sus discípulos que se encontrará con todos ustedes en Galilea”.
¡Yo estaba en shock! Mis altibajos emocionales estaban más fuertes y eso aún no había terminado. No recuerdo a dónde fueron las otras mujeres, pero yo vagaba por los alrededores hasta que tropecé con un hombre el cual yo creí que era el hortelano. Cuando me preguntó por qué lloraba, sin pensarlo le pregunté que a dónde se había llevado el cuerpo. “Dígame en dónde lo ha puesto”, le dije, “para traerlo de vuelta aquí”.
Cuando Él pronunció mi nombre reconocí Su voz y caí sobre mis rodillas, abrazándolo. Nadie me lo iba a quitar nunca más si podía evitarlo. Luego recordé que cuando se burlaban de Él, los soldados le habían arrancado la barba. Por eso es que no lo había reconocido. Eso más el hecho de que nunca esperé verlo vivo de nuevo, o por lo menos en este mundo.
“No me toques”, me dijo, “Porque aún no he ido al Padre”. Mucho tiempo después me di cuenta que lo que quiso decir fue que Él estaba camino al verdadero Templo, el del Cielo, ya en el papel de nuestro Sumo Sacerdote. Allí Él rociaría Su sangre sobre el altar para completar Su trabajo final de la expiación de nuestros pecados, tal y como lo requería la Ley. Lo solté a regañadientes y corrí de vuelta a donde estaban los discípulos, como me dijo que lo hiciera.
Por supuesto que ellos no me creyeron. Después de todo era un mundo de hombres y yo solamente era una mujer. ¿Qué podía saber yo? Pero Pedro y Juan salieron para ver por ellos mismos y finalmente, finalmente, se dieron cuenta. Él había resucitado de los muertos. Él estaba vivo. Finalmente creyeron en sus corazones lo que previamente solo habían considerado en sus mentes.
Las implicaciones eran demasiadas. Él había tomado sobre Sí mismo todos los pecados del mundo mientras era clavado en la cruz, y había pagado con Su vida el enorme castigo que estos merecían. Ahora Él iba a presentarse delante del Trono de Dios Padre Altísimo. Dios no puede tolerar la presencia del pecado, por eso es que si aún un pequeñísimo pecado que se hubiera cometido, o que se cometería, hubiera quedado en Él, Jesús nunca hubiera podido salir de la tumba para presentarse delante del Padre. Su resurrección fue la prueba absoluta de esa nuestra certeza. Desde el primer ser humano hasta el último, todas aquellas personas que han aceptado en fe el perdón que Su muerte ha comprado para todas ellas, serán perdonadas y recibirán la vida eterna. ¡Era increíble!

Tomás El Escéptico

Y por supuesto que siempre habrán aquellas personas que no creerán. Tomás, quien no estuvo con nosotros ese primer domingo en la noche, nos sirve de ejemplo. A pesar de haber escuchado los informes de otros discípulos que habían visto a Jesús, Tomás rehusó creer hasta que obtuvo una prueba absoluta. Una semana después todos estábamos de nuevo reunidos y Tomás estaba con nosotros. De un momento a otro Jesús se apareció en el aposento cerrado. “Shalom alechem”, dijo, “La paz sea con ustedes”.
Llamando aparte a Tomás hizo que metiera su dedo en la herida de Sus manos y en la herida en Su costado. “Deja de dudar y cree”, le dijo.
Tomás cayó sobre sus rodillas diciendo, “Señor mío, y Dios mío”.
“Porque has visto has creído”, le dijo Jesús, “Bienaventurados los que creen sin haber visto”.
Con esto Jesús estaba pronunciando una bendición especial sobre aquellas personas que serían parte de la Iglesia, ese gran cuerpo de creyentes que aceptan en fe la validez de los eventos que yo presencié como testigo ocular. En toda la humanidad, la iglesia ha sido señalada y apartada para recibir una bendición especial por esa razón.
Durante los siguientes 40 días antes de Su ascensión, Jesús se le apareció a más de 500 personas, y más tarde regresó para preparar personalmente a Pablo para que llevara Su mensaje a los gentiles. Por medio de esta instrucción, Pablo llegó a entender los requisitos esenciales de la salvación. Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo (Romanos 10:9). Eso tiene sentido. Quiero decir, si usted no quiere creer que Dios levantaría a Su propio Hijo de los muertos, ¿cómo podría creer que lo va a resucitar a usted? 30/03/13

Título Original: Mary Magdalene’s Resurrection Story.
Traducido por Walter Reiche B.
walterre@racsa.co.cr

lunes, 1 de abril de 2013

Amòs habla de nuevo 5ta. parte...CONCLUSION

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Hemos llegado a la parte final de nuestro estudio del Libro de Amós. La ira del Señor en contra de los israelitas continúa y Su promesa de juicio está bien clara. No habrá ningún indulto de última hora; el Reino del Norte dejará de existir. Pero como siempre lo ha hecho, Dios preservará un remanente de creyentes para mantener la llama de Su pueblo parpadeando.

Amós 8

El Canastillo de Fruta de Verano

Así me ha mostrado el SEÑOR soberano: He aquí un canastillo de fruta de verano. Y dijo: ¿Qué ves, Amós?
Y respondí: Un canastillo de fruta de verano.
Y me dijo el SEÑOR: Ha venido el fin sobre mi pueblo Israel; no lo toleraré más.
Y los cantores del templo gemirán en aquel día, dice el SEÑOR soberano; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar los echarán fuera en silencio.
Escuchen esto, los que explotan a los menesterosos, y arruinan a los pobres de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza, para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos, y venderemos los desechos del trigo?
El SEÑOR juró por la gloria de Jacob: No me olvidaré jamás de todas sus obras. ¿No se estremecerá la tierra sobre esto? ¿No llorará todo habitante de ella? Subirá toda, como un río, y crecerá y mermará como el río de Egipto (Amós 8:1-8).
Originalmente la Gloria de Jacob era el Señor. Él juró por Sí mismo que nunca olvidaría lo que el pueblo había hecho. Para otorgarle más autoridad a nuestros votos, juramos por alguien superior a nosotros. Aún podemos decir, “juro por Dios.” Y como no hay nadie superior a Dios, por eso es que cuando Él le quiere dar énfasis a una promesa Él jura por Sí mismo (Hebreos 6:13-14).
El río Nilo se desbordaba cada primavera y sus aguas cubrían toda la región de su delta. El Señor utilizó esto para simbolizar a los hombres de guerra de Israel levantando un gran ejército para resistir a los asirios.
El Río de Egipto, o Wadi al Arish, es un río diferente el cual tiene agua durante la primavera pero se seca en el verano. Con esto se simboliza el resultado. A pesar de que el ejército de Israel sería como la inundación del Nilo al principio, pronto desaparecería en la tierra como el Río de Egipto bajo la carnicería de los asirios. El Señor ya no podía seguir tolerando sus prácticas corruptas.
A través de la Biblia el Señor se molesta especialmente cuando los débiles son explotados. Ya sea que fuesen viudas y huérfanos, o esclavos, o pobres, Él es predecible en Su reacción. Él asume la parte de ellos y oprime a aquellos que los han oprimido. Sus leyes fueron escritas para darle a toda la gente la ocasión para una segunda oportunidad. A los israelitas no se les permitía cobrarle intereses a sus coterráneos. No podían guardar una garantía colateral para asegurarse una deuda. Las deudas debían perdonarse cada siete años, y todas aquellas personas que estaban en servidumbre como una forma de pagar una deuda, debían ser liberadas y recibir una ayuda para un nuevo comienzo.
En Deuteronomio 15:4 el Señor dijo que la tierra era tan generosa que no debería haber ningún pobre entre ellos si solamente obedecían Sus leyes. Eso quería decir que los pobres eran una clase producida por la desobediencia de los ricos, y eso es lo que lo hacía a Él estar tan disgustado.
Los Estados Unidos de Norteamérica ha sido el país más rico de la historia. Comparado con los estándares mundiales, aun los estadounidenses con recursos promedio, son considerados ricos. Y, sin embargo, tenemos muchos pobres entre nosotros, y son igualmente explotados como seguramente lo eran aquellos en los tiempos bíblicos. Eso todavía disgusta al Señor y Él nos juzgará en nuestros días tal y como lo hizo en aquel entonces.
Acontecerá en aquel día, dice el SEÑOR soberano, que haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro. Y cambiaré sus fiestas en lloro, y todos sus cantares en lamentaciones; y haré poner cilicio sobre todo lomo, y que se rape toda cabeza; y la volveré como en llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo (Amós 8:9-10).
A pesar de que el contexto aquí es la derrota de Israel, esta profecía fue espeluznantemente cumplida el día que Jesús murió. El sol se oscureció al medio día y desde ese momento en adelante, la Pascua ha estado asociada con la muerte del Hijo único de Dios. Y en Zacarías 12:10 se nos dice que cerca del final de la gran tribulación, cuando el Señor se prepara para destruir a todas las naciones que atacan a Jerusalén, Él derramará un Espíritu de Gracia y de Oración sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén. “Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”.
Y en caso de que ellos no supieran de quién estaba hablando, el Señor puso una palabra hebrea de dos letras, que no fue traducida, después de la frase “mirarán a mí” en Zacarías 12:10. Estas letras son la primera y la última letra del alfabeto hebreo, Alef y Tau. Estas dos letras también aparecen en el texto hebreo de Génesis 1:1 después de la frase “En el principio Dios…”. Sus más conocidos equivalentes son el Alfa y la Omega, la primera y la última letra del alfabeto griego, y se utilizan para describir al Padre en Apocalipsis 1:8 & 21:6, y al Hijo en Apocalipsis 22:13. Zacarías estaba identificando al que mirarán como Su Mesías.
He aquí vienen días, dice el SEÑOR soberano, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del SEÑOR. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra del SEÑOR, y no la hallarán.
En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed. Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen: Por tu Dios, oh Dan, y: Por el camino de Beerseba, caerán, y nunca más se levantarán (Amós 8:11-14).
Compare esto con el juramento anterior del Señor por “el Orgullo de Jacob”. La gente jurando por “el pecado de Samaria”, y los ídolos paganos de Dan y Beerseba.
Como ellos querían ser liberados de cualquier relación con el Señor, así sería. No escucharían a ningún profeta llamándolos a regresar al Señor a pesar que ellos viajaron anunciándolo por todo lo ancho y largo de la tierra. La palabra del Señor sería como el agua durante un tiempo de sequía extrema, la cual no habría en ninguna parte. ¿Y los salvarían los dioses paganos a los cuales les habían dado su lealtad? Ni por casualidad.
Algunas personas creen que esta hambre por escuchar la Palabra de Dios volverá a ocurrir al final de esta era, cuando el anticristo busque eliminar toda referencia de Dios en la sociedad. Él intentará aun cambiar el calendario (Daniel 7:25) en su esfuerzo por borrar cualquier recuerdo de Dios en la vida de las personas.

Amós 9

Israel Será Destruido

Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni quien escape. Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender. Si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá. Y si fueren en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien (Amós 9:1-4).
No importa en dónde intentaran esconderse, el Señor los encontraría y los castigaría. El Salmo 121 dice que no dormirá ni se adormecerá el que guarda a Israel, sino que guardará su salida y su entrada desde ahora y para siempre. Ahora Él les dice que debido a su traición eso será como si Él estuviera cazando un enemigo, y no cuidando a un amigo. Como el autor de la carta a los Hebreos diría, “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31).
El Señor, el SEÑOR de los ejércitos, es el que toca la tierra, y se derretirá, y llorarán todos los que en ella moran; y crecerá toda como un río, y mermará luego como el río de Egipto. El edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; el SEÑOR es su nombre.
Hijos de Israel, ¿no me son ustedes como hijos de etíopes, dice el SEÑOR? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?
He aquí los ojos del SEÑOR soberano están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice el SEÑOR.
Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra. A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal (Amós 9:5-10).
Los cusitas eran otra raza de gente en la región de Egipto, ancestros de los africanos de raza negra de hoy. Debido a su pecado, los israelitas, a quienes el Señor sacó de Egipto en un acto poderoso de liberación, se habían vuelto peores que los cusitas, a quienes Él había dejado allí. Tampoco eran mejores que los filisteos a quienes Él trajo de Caftor, o los arameos que trajo de Kir. Por consiguiente, Él estaba por juzgarlos, zarandeándolos como el grano para separar a los pecadores de los fieles. El reino acabaría, y ninguno de los pecadores podría escapar. Pero el remanente fiel de Jacob sería perdonado.
La Iglesia, en lugar de ser preservada a través de los juicios venideros, será rescatada antes. En el lenguaje original de 1 Tesalonicenses 1:10 Pablo dijo que seríamos removidos tanto del momento como del lugar.

La Restauración de Israel

En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice el SEÑOR que hace esto.
He aquí vienen días, dice el SEÑOR, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho el SEÑOR Dios tuyo (Amós 9:11-15).
Jacobo, el medio hermano del Señor, como cabeza de la primera iglesia, presidió sobre el Concilio de Jerusalén cerca de 20 años después de la cruz. Debido a los esfuerzos evangelísticos de Pedro, Pablo, Bernabé y otros, los gentiles se estaban convirtiendo en seguidores de Jesús. Todos estos líderes se habían reunido en Jerusalén para determinar si 1) los gentiles debían convertirse primero al judaísmo antes de poder unirse a la iglesia, y 2) si no, qué pasaría con Israel. Luego de una discusión vívida se decidió que los gentiles fueran bautizados directamente en la fe de la Iglesia.
En cuanto al futuro de Israel, Jacobo dijo que el Señor primero iba a tomar un pueblo para Sí de entre los gentiles (Hechos 15:13-14). Utilizando Amós 9:11-12 como su autoridad, procedió explicando que después de eso, el Señor retornaría para levantar el tabernáculo caído de David. Él estaba hablando de la nación en general y del Templo en particular.
Ezequiel había profetizado que en los últimos días Israel volvería a nacer (Ezequiel 36—37), pero ahora Jacobo aclara que cuando eso sucediera, ellos revivirían el judaísmo bíblico también. De otra manera no habría necesidad de un Templo. Daniel también profetizó que habrá un Templo en los últimos días (Daniel 9:27). Ustedes pueden leer todo lo relacionado con el Concilio de Jerusalén en Hechos 15:1-21.
Estas son las tres pistas que son críticas de los últimos días en la forma como Jacobo utilizó Amós 9:11-12. Y esa es la cronología. Primero el Señor se concentrará en la Iglesia. Después que nos haya tomado, Él retornará para reconstruir el Templo. La segunda es que Israel no desaparecerá como pueblo, ni tampoco será reemplazado en el plan del Señor para la Iglesia. Israel y la Iglesia permanecerán siendo dos entidades separadas. Y la tercera es que Él volverá Su atención hacia Israel después de que se ha llevado a Su Iglesia. La palabra griega traducida “tomar” literalmente significa llevarse, o remover. Con más frecuencia se traduce como “recibir”. Es una referencia al Rapto de la Iglesia.
Pablo pronto escribirá que Israel ha sido cegado en parte hasta que el número de los gentiles se haya completado (Romanos 11:25), estando así de acuerdo con Jacobo de que lo que ahora llamamos el Rapto de la Iglesia acontecerá antes de que el Señor se vuelva a Israel. Después de eludirlo varias veces en los capítulos anteriores, Ezequiel dijo claramente que este cambio sucedería como resultado de la batalla que él profetizó en los capítulos 38—39 (Ezequiel 39:22).
20 años después del Concilio de Jerusalén, el templo fue destruido y pronto, después de eso, la nación dejó de existir. Durante los últimos 1900 años, la atención del Señor ha estado dirigida a la Iglesia. Un día, pronto, el Señor producirá los eventos que ahora estamos viendo y que van a culminar cuando el Señor vuelva Su atención a Israel. La Iglesia desaparecerá, los ojos de Israel serán abiertos y su reencuentro entrará en su fase final.
El Templo será construido, y luego del tiempo más terrible de prueba que el mundo haya sentido, o sentirá, Su remanente fiel, una vez más, se convertirá en la nación preeminente sobre la Tierra. El mismo Dios morará en su medio (Ezequiel 43:7). Cuando eso suceda, la tierra se gozará con la gente, y su maldición será quitada para siempre.
“Porque con alegría saldrán, y con paz volverán; los montes y las colinas levantarán canción delante de ustedes, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso” (Isaías 55:22).
Sus cosechas serán tan abundantes que apenas llegarán a los graneros cuando ya es tiempo de sembrar de nuevo. El remanente exiliado habrá vuelto a la tierra, sus ciudades reconstruidas, y nadie los sacará de allí nunca más. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 16/03/2013.

Título Original: Amos Speaks Again… Part 5, Conclusion
Traducido por Walter Reiche B.
walterre@racsa.co.cr

Amòs habla de nuevo...4ta. parte

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Esta promesa de juicio en contra de Israel comenzó en el capítulo 2 versículo 6, y no muestra ninguna señal de ser anulada. Ahora el Señor va a señalar a los confiados y a los orgullosos.

Amós 6

Ay De Los Confiados

¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel! Pasen a Calne, y miren; y de allí vayan a la gran Hamat; desciendan luego a Gat de los filisteos; vean si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su extensión es mayor que la de ustedes, oh ustedes que dilatan el día malo, y acercan la silla de iniquidad.
Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero; gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos musicales, como David; beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José. Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres (Amós 6:1-7).
Nuestra naturaleza pecaminosa es la que nos produce la inclinación para hacer el mal (Romanos 7:18). En el momento en que bajamos la guardia, el mal comienza a penetrar lentamente en nuestras vidas. La única manera de poder prevenir esto es el permanecer en constante guardia. La complacencia, o confianza, es el mejor aliado que tiene la maldad. La complacencia hace que nuestros asideros se conviertan en fortalezas y así, muy pronto, nos encontramos tolerando lo que antes nos hubiera escandalizado.
Hay un viejo adagio que dice, los bloques de construcción se pueden convertir en bloques de tropiezo. Dos de los principales bloques con los que se construye cualquier sociedad son la seguridad y la prosperidad, y el Reino del Norte gozaba de los dos. Fieles a la forma, conforme la gente se sintió más segura y más próspera, se volvieron más complacientes, tolerando cosas que antes hubieran rechazado. En su caso era la idolatría y el maltrato a los menos afortunados. Ellos miraban sus envidiables estilos de vida como una señal de que estaban bien con Dios. Pero su tolerancia a la maldad había apresurado el Día del Juicio, y ese día había llegado.
En los EE.UU. la iglesia cristiana ha disfrutado durante 200 años de ser la religión casi oficial de la nación, mucho de ello durante tiempos de seguridad y prosperidad sin paralelo. Algunos de nosotros aun recordamos cuando el nombre del Señor era invocado antes de una reunión pública, en las reuniones de las escuelas y aun en nuestros lugares de clases.
Pero entonces las cosas empezaron a cambiar. La libertad religiosa se convirtió en liberarnos de la religión. La oración en las escuelas fue prohibida. Se legalizó el asesinato del feto. La complacencia de la iglesia para reaccionar ante esas cosas ha abierto la puerta a más y mayor maldad, hasta llegar a llamar lo que antes se conocía como obscenidad pornográfica, entretenimiento público; hemos asesinado más de 50 millones de niños, los “estilos de vida alternativos” son promovidos y celebrados, la frase “valores familiares” es considerada como lenguaje de odio por muchas personas.
Nuestra complacencia nos ha vuelto incapaces de responder a estos retos como un cuerpo, a pesar de que la Oficina Estadounidense del Censo dijo que el 76% de los adultos estadounidenses se declararon ser cristianos en el año 2012, y tanto nuestra seguridad como nuestra prosperidad han disminuido notablemente.

El SEÑOR Abomina el Orgullo de Israel

El SEÑOR Soberano juró por sí mismo, El SEÑOR Dios Todopoderoso ha dicho: Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella.
Y acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán. Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para sacar los huesos de casa; y dirá al que estará en los rincones de la casa: ¿Hay aún alguno contigo? Y dirá: No. Y dirá aquél: Calla, porque no podemos mencionar el nombre del SEÑOR.
Porque he aquí, el SEÑOR mandará, y herirá con hendiduras la casa mayor, y la casa menor con aberturas. ¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué ustedes han convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajenjo? Ustedes que se alegran en nada, que dicen: ¿No hemos adquirido poder con nuestra fuerza? Pues he aquí, oh casa de Israel, dice el SEÑOR Dios Todopoderoso, levantaré yo sobre ustedes a una nación que los oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá (Amós 6:8-14).
Ya era demasiado tarde para el Reino del Norte. Su capital, Samaria, y el orgullo de Jacob, serían conquistados y destruidos. Habiendo deseado liberarse del Señor, ellos obtendrían su deseo. La sola mención de Su nombre, una vez fuente de consuelo, ahora traerá Su ira. Todo lo que el Reino del Norte había ganado en conquistas sería perdido hasta que finalmente la nación entera dejaría de existir, desde Hamat en el norte hasta el Arabá en el sur.
A su manera, muchos cristianos estadounidenses hoy en día son igual de orgullosos como los antiguos israelitas. No pueden distinguir nuestro país de nuestra iglesia. Le piden a Dios que “sane nuestra tierra” como si los Estados Unidos fuera la patria de nuestra iglesia, sin darse cuenta de que nuestra ciudadanía está en el Cielo (Filipenses 3:20-21). Solamente los cristianos estadounidenses escudriñan las escrituras buscando alguna mención de nuestro país, creyendo que un pueblo tan importante como el nuestro seguramente debe de encontrarse ahí. No se dan cuenta que en la Biblia los cristianos estadounidenses son llamados “la Iglesia” igual que los cristianos de todas las naciones.

Amós 7

Langostas, Fuego y Una Plomada

Así me ha mostrado el SEÑOR Soberano: He aquí, él criaba langostas cuando comenzaba a crecer el heno tardío; y he aquí era el heno tardío después de las siegas del rey. Y aconteció que cuando acabó de comer la hierba de la tierra, yo dije: SEÑOR Soberano, perdona ahora; ¿quién levantará a Jacob? porque es pequeño.
Se arrepintió el SEÑOR de esto: No será, dijo el SEÑOR.
El SEÑOR Soberano me mostró así: He aquí, el SEÑOR Soberano llamaba para juzgar con fuego; y consumió un gran abismo, y consumió una parte de la tierra.
Y dije: SEÑOR Soberano, cesa ahora; ¿quién levantará a Jacob? porque es pequeño.
Se arrepintió el SEÑOR de esto: No será esto tampoco, dijo el SEÑOR Soberano.
Me enseñó así: He aquí el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil. El SEÑOR entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y dije: Una plomada de albañil.
Y el Señor dijo: He aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más. Los lugares altos de Isaac serán destruidos, y los santuarios de Israel serán asolados, y me levantaré con espada sobre la casa de Jeroboam (Amós 7:1-9).
El Señor le mostró a Amós visiones de dos castigos potenciales para Israel. Uno era una plaga de langostas que arrasarían con toda la vegetación y el otro era el fuego que devoraría toda la tierra. Amós le rogó al Señor que no ejecutara estos castigos, y el Señor los descartó.
La tercera visión de la plomada de albañil simbolizaba la inspección que un constructor hace de la exactitud de su trabajo. Al encontrar que estaba fuera de plomada, el constructor demolería el trabajo para empezarlo de nuevo. La plomada de Dios era Su justicia. Él midió el Reino del Norte y los encontró desnivelados. Su agente demoledor sería Asiria. Pero Amós no le rogó al Señor que descartara este juicio.
No creo que sea necesario mencionar que los EE.UU. no están a la altura de los estándares de Dios tampoco. Una vez que Él haya removido la Iglesia, la cual es justa por fe, Él procederá a demoler lo que quede de los EE.UU. también. Porque Dios sabe cómo rescatar a las personas piadosas de las pruebas mientras que al mismo tiempo guarda a las personas injustas para el día del juicio (2 Pedro 2:9).

Amós Y Amasías

Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam rey de Israel: Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras. Porque así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio.
Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allá; y no profetices más en Bet-el, porque es santuario del rey, y capital del reino.
Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres. Y el SEÑOR me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel.
Ahora, pues, oye palabra del SEÑOR. Tú dices: No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac.
Por tanto, así ha dicho el SEÑOR: Tu mujer será ramera en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra (Amós 7:10-17).
Las profecías de Amós pasan de lo general a lo específico. El mismo rey morirá por la espada. Amasías fue la excepción a este pronunciamiento y, en general, a la intromisión de Amós en su territorio. Él sabía que Amós era del sur así que le dijo que regresará allá y se ganara la vida profetizando sobre el sur. Pero Amós no había sido contratado por nadie para ir al norte. Él hacía lo que el Señor le dijo que hiciera. Y una cosa que el Señor le ordenó hacer fue pronunciar juicio sobre Amasías y su familia. La otra fue para confirmar la desaparición de Israel.

Pero Esperen, Aun Hay Más

Hay una nota de pie de página para el capítulo 7 de Amós, pero ustedes tendrían que leer Amós en la versión de la traducción de la Septuaginta (en Griego) para verla. En lugar de cómo se lee el versículo uno anterior, en la Septuaginta se lee así: Así me ha mostrado el Señor Dios; he aquí, un enjambre de langostas vienen del este, y he aquí una oruga, el rey Gog.
Esta es una de las tres menciones de Gog en las Escrituras, las cuales abarcan un lapso de tiempo de casi 3.000 años, aquí en el Siglo VIII a.C., en Ezequiel 38, y en el Siglo XXI en Apocalipsis 20 al final del Milenio.
Aparentemente los traductores de la Septuaginta entendieron que Dios tenía en mente una fuerza sobrenatural para el juicio potencial que hizo que Amós previera esta visión. En su visión de Amós 7:1 Gog es identificado como el rey de las langostas. Pero Proverbios 30:27 dice que las langostas ordinarias no tienen rey, y quienes han observado los enjambres de langostas están de acuerdo en que no tienen ningún líder obvio que las dirija, como lo es una reina que dirige una colmena de abejas, por ejemplo. ¿Es Gog una figura sobrenatural del campo de Satanás, el cual Dios utiliza para que lidere esas fuerzas demoníacas para traer la justicia sobre Su pueblo? El amplio lapso de tiempo que abarca sus apariciones parece apoyar este punto de vista. Y si ese es el caso, entonces podemos entender porqué Amós preferiría a Asiria en vez de un enjambre de langostas demoniacas, como el agente de juicio de Dios.
Esto nos da un vistazo de otra aparición de langostas también. Me refiero a Apocalipsis 9:1-11, en donde un enjambre de langostas sube del abismo para afligir a los habitantes de la tierra que no tienen el sello de Dios en sus frentes. Estas langostas tienen un rey llamado Abadón en hebreo, o Apolión en griego. De nuevo aquí, Proverbios 30:27 nos indica que este no es un enjambre de langostas ordinarias, sino que es un agente demoníaco de juicio. Solamente los 144.000 testigos de las 12 Tribus mencionados en Apocalipsis 7:5-8 serán sellados antes de este juicio, y todos los demás seres vivientes, creyentes o no, serán presas fácil para este agonizante ataque. Las langostas no tendrán poder para matarlos, solamente para hacer que deseen morir (Apocalipsis 9:5-6).
Solamente el tiempo nos dirá si mi opinión acerca de Gog es cierta o no, pero yo no puedo dejar de pensar que quizás Amós tuvo un vistazo de uno de los juicios de los últimos días que caerán sobre el mundo. Tendremos más la próxima vez en la conclusión de nuestro estudio de Amós. 09/03/2013.

Título Original: Amos Speaks Again… Part 4
Traducido por Walter Reiche B.

Amòs habla de nuevo...3era. parte

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Nuestro estudio continúa con los capítulos 4 y 5. La última vez vimos que el Señor había preparado una buena andanada cuando presentó Su acusación en contra del Reino del Norte. Pero aún no ha terminado.

 Amós 4

Israel no se ha Vuelto a Dios

Oigan esta palabra, vacas de Basán, que están en el monte de Samaria, que oprimen a los pobres y quebrantan a los menesterosos, que dicen a sus señores: Traigan, y beberemos.
El SEÑOR Soberano juró por su santidad: He aquí, vienen sobre ustedes días en que las llevarán con ganchos, y a sus descendientes con anzuelos de pescador; y saldrán por las brechas una tras otra, y serán echadas del palacio, dice el SEÑOR  (Amós 4:1-3).
Las vacas de Basán eran la mejor raza de ganado de la tierra. Con un sarcasmo admirable, el Señor compara a las mujeres de la clase alta del Reino del Norte con estas vacas mimadas. Al contrastar Su santidad con la altanería de esas mujeres, Él les advierte sobre el desastre venidero. Los asirios generalmente se llevaban a los cautivos atados con cuerdas amarradas a sus narices o a sus labios. De esta manera, todas esas mujeres de alta alcurnia serían reducidas a lo mínimo.
Vayan a Bet-el, y pequen; vayan a Gilgal y sigan pecando, y traigan de mañana sus sacrificios, y sus diezmos cada tres días. Y ofrezcan sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamen, publiquen ofrendas voluntarias, pues que así lo quieren, hijos de Israel, dice el SEÑOR Soberano (Amós 4:4-5).
Bet-el y Gilgal eran centros de adoración en el Reino del Norte, pero no para darle gracias a Dios. Los sacrificios y las ofrendas que llevaban a esos lugares eran para los ídolos que habían sido colocados allí infringiendo así los mandamientos. Los panes leudados solamente se permitían en Pentecostés, y el alarde sobre el dinero y los bienes que poseían, también era prohibido. El Reino del Norte era próspero y poderoso, pero El que los hizo así había sido abandonado a favor de los impotentes dioses hechos por el hombre.
Los hice estar con el estómago vacío en todas sus ciudades, y hubo falta de pan en todos sus pueblos; mas no se volvieron a mí, dice el SEÑOR. También les detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.
Los herí con viento del sur y con gusano; la langosta devoró sus muchos huertos y sus viñas, y sus higuerales y sus olivares; pero nunca se volvieron a mí, dice el SEÑOR.
Envié contra ustedes mortandad tal como en Egipto; maté a espada a sus jóvenes, con cautiverio de sus caballos, e hice subir el hedor de sus campamentos hasta sus narices; mas no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.
Los trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fueron como tizón escapado del fuego; mas no se volvieron a mí, dice el SEÑOR (Amós 4:6-11).
Antes que el Señor sacara a Su pueblo al desierto y los llevara a la Tierra Prometida, Él le dijo a Moisés que les advirtiera claramente de no olvidarse de Él. Él les dijo que si no recordaban que fue Él Quien los había bendecido, y empezaran a atribuirle su prosperidad a otros dioses, o a su propia habilidad, Él les quitaría todo.
Y comerás y te saciarás, y bendecirás al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no olvidarte del SEÑOR tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy.
Sino acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte del SEÑOR tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra ustedes, que de cierto perecerán (Deuteronomio 8:10-11, 17-19).
Yo creo que el Señor, generalmente, primero nos llama con mucha bendición, esperando que nos demos cuenta de que Él es el responsable de nuestro bienestar y que por ello demos el crédito a quien se lo merece. Pero si eso no funciona, Él comenzará a retirar las bendiciones que nos ha dado. En donde antes no fallábamos, ahora pereciera que solo perdemos. Cuando todo parecía que estaba a nuestro favor, ahora parece que no tenemos un descanso decente. Finalmente, despojados de todo, incluyendo nuestro orgullo, nos volvemos a Él.
Pero los israelitas no habían respondido a nada de eso, a pesar de que el retiro de Su bendición era obvio y no una mera casualidad. No quedaba ninguna otra opción sino el juicio.
Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; el SEÑOR Dios de los ejércitos es su nombre (Amós 4:12-13).

Amós 5

Un Lamento y Un Llamado al Arrepentimiento

Oigan esta palabra que yo levanto para lamentación sobre ustedes, casa de Israel. Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante.
Porque así ha dicho el SEÑOR Soberano: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel.
Pero así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Búsquenme, y vivirán; y no busquen a Bet-el, ni entren en Gilgal, ni pasen a Beerseba; porque Gilgal será llevada en cautiverio, y Bet-el será deshecha (Amós 5:1-5).
El Reino del Norte no recibió ninguna de las palabras de aliento que el Señor le daría más tarde al Reino del Sur. Mientras que Judá retornaría y volvería a ser reconstruida después de 70 años de cautiverio, Israel desaparecería para no volver a levantarse. En el momento de la división del reino, todos los levitas y los fieles de todas las demás tribus del norte, se volvieron al sur, dejando solamente a los apóstatas (2 Crónicas 11:14-16). Pero aunque lo habían rechazado, el Señor, a pesar de ello, les rogó para que se apartaran de su adoración pagana, advirtiéndoles que si rehusaban el resultado sería que el 90% de ellos se perdería.
Busquen al SEÑOR, y vivirán; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague. Los que convierten en ajenjo el juicio, y la justicia la echan por tierra, busquen al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; el SEÑOR es su nombre; que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza. Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo recto abominaron (Amós 5:6-10).
Uno de los motivos por el que el mundo incrédulo está tan categóricamente opuesto al punto de vista judeo cristiano es que en el fondo aquel sabe que eso es la verdad. Es demasiado obvio para ser negado (Romanos 1:18-20). Por eso es que Dios ve a los incrédulos como desobedientes. No es que no pueden creer, es que no quieren creer. Todas las alternativas a Dios que la humanidad ha propuesto a través de los siglos han demostrado ser falsas, y ellos lo saben. Si estuvieran tan seguros en su negativa de la existencia de Dios, su sentimiento hacia los creyentes no sería de furia sino de lástima, como la que se tiene por alguien que ha sido engañado. Ellos están furiosos porque así como quieren desesperadamente estar en lo correcto, a nivel subconsciente saben que no lo están. Y nos odian porque saben que nosotros sí estamos en lo correcto. Igual que las personas apóstatas del Reino del Norte, ellos aborrecen a todas aquellas personas que dicen la verdad.
Por tanto, puesto que pisotean al pobre y reciben de él carga de trigo, ustedes edificaron casas de piedra labrada, mas no las habitarán; plantaron hermosas viñas, mas no beberán el vino de ellas. Porque yo sé de sus muchas rebeliones, y de sus grandes pecados; sé que afligen al justo, y reciben cohecho, y en los tribunales hacen perder la causa de los pobres.
Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo. Busquen lo bueno, y no lo malo, para que vivan; porque así el SEÑOR Dios de los ejércitos estará con ustedes, como ustedes dicen. Aborrezcan el mal, y amen el bien, y establezcan la justicia en el juicio; quizá el SEÑOR Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José.
Por tanto, así ha dicho el SEÑOR, Dios de los ejércitos: En todas las plazas habrá llanto, y en todas las calles dirán: ¡Ay! ¡Ay!, y al labrador llamarán a lloro, y a luto a los que sepan gemir. Y en todas las viñas habrá llanto; porque pasaré en medio de ti, dice El SEÑOR (Amós 5:11-17).
El Señor tenía evidencia sólida en contra de ellos y les aconsejó que no perdieran tiempo negándolo, sino que empezaran de inmediato a actuar de una manera que le agradara a Él. Quizás eso aplacaría un poco Su ira en contra de ellos y haría que los juicios fueran menos severos para aquellas personas que admitieran su culpabilidad y de manera voluntaria cambiaran su manera de actuar. Ese fue un buen consejo para ellos. Para nosotros es el mejor consejo para asegurarnos que hemos reclamado el perdón que el Señor adquirió para cada uno de nosotros. Jesús dijo: “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8). Pero esto no durará para siempre, Hebreos 4:7 nos advierte, “Si ustedes oyeran hoy su voz, no endurezcan sus corazones.” Si usted aún no lo ha hecho, este es el momento de hacerlo.
José era el padre de Efraín y de Manasés, cuyos territorios combinados abarcaban una porción sustancial del Reino del Norte. El remanente de José es el término que el Señor utiliza para referirse a aquellas pocas personas que fueron libradas de la derrota y del cautiverio.
Hablando de este tiempo, el Señor previamente le había dicho al Rey Salomón,
“Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:13-14).
Pero ellos olvidaron Su admonición. Ahora, nada que hicieran podría desviar el juicio del Señor en contra de ellos. Su rebelión había ido ya demasiado lejos y su comportamiento ya no podía ser tolerado. Esta promesa que el Señor les hizo, no iba a desviar el juicio que les venía. ¿Cómo podemos creer que eso va a desviar el juicio que nos viene, cuando esa promesa no fue dirigida a nosotros?

El Día del SEÑOR

¡Ay de los que desean el día del SEÑOR! ¿Para qué quieren este día del SEÑOR? Será de tinieblas, y no de luz; como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. ¿No será el día del SEÑOR tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor? (Amós 5:18-20).
Con la doble visión que era común a los profetas, Amós describió tanto el terror que los israelitas pronto sentirían en manos de los ejércitos de Asiria, y el que caerá sobre los moradores de la tierra al final de esta era. Atacados de manera implacable, sin tener siquiera un momento de descanso ni aun en sus propias casas, ¿por qué va alguien a desear un tiempo como ese?
Aborrecí, abominé sus solemnidades, y no me complaceré en sus asambleas. Y si me ofrecieran sus holocaustos y sus ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de sus animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé la música de tus instrumentos. (Amós 5:21-23).
¡Qué audacia la de algunas personas! Pecando como si no hubiera un mañana y luego acercándose a Él como si no hubiera ningún problema. Algunas personas solamente se expresaban a través de gestos, y otras se habían convencido que no eran pecadoras. Todas ellas dependían de sus dioses falsos y solamente alababan con los labios al verdadero Dios. Pensaban de manera equivocada que las obras de sus manos cubrirían los pensamientos de sus corazones.
La religión no ha cambiado con los años, ¿Verdad? La única diferencia es que hoy día Él ya no se molesta en decirnos cuánto le estorba eso. Él y Sus ángeles simplemente no asisten más a ese tipo de iglesias.
Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. ¿Me ofrecieron sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel? Antes bien, ustedes llevaban el tabernáculo de Moloc y Quiún, ídolos de ustedes, la estrella de sus dioses que se fabricaron. Los haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho el SEÑOR, cuyo nombre es Dios de los ejércitos (Amós 5:24-27).
Así como estaban pasando por una fuerte sequía, el Señor les recuerda de una fuente que nunca falla, la de la justicia y la rectitud. En el desierto ellos le habían sido fieles al Señor y Él a su vez los sustentó, dándoles abundante agua de la roca en el desierto, codornices de alimento y el pan del cielo. Él les dio la victoria sobre ejércitos enemigos mucho más numerosos que ellos y construyó su nación hasta convertirla en una potencia mundial. Pero a pesar de todo lo que el Señor hizo, la gran mayoría de ellos fabricó dioses para si mismos y los adoraron, por eso los desarraigó de la tierra.
En Isaías 29:13 el Señor dijo: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Él estaba hablando de los israelitas en el Siglo VIII a.C. Pero fácilmente Él bien podría decir lo mismo de la religión organizada del presente. Y si Él juzgó al mundo de aquel entonces, ustedes pueden estar seguros que Él juzgará el nuestro ahora. 02/03/13

Título Original: Amos Speaks Again… Part 3

Amòs habla de nuevo...2da. parte

Amós 2
Así ha dicho el SEÑOR: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley del SEÑOR, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén (Amós 2:4-5).
El Señor llamó a Amós para profetizarle especialmente al Reino del Norte, durante el mismo tiempo que Isaías era Su vocero en el Sur. Pero a pesar de ello, Él también hizo que Amós le diera un corto mensaje a Judá antes de lanzarse en tono violento en contra del Norte.
A pesar de que aun faltaban 150 años, el juicio contra el Sur se veía venir. La advertencia que se dio con la inminente destrucción del Reino del Norte por los asirios fue ignorada, de tal manera que el Señor enviaría a Babilonia en contra del Reino del Sur. En el proceso, la ciudad de Jerusalén, incluyendo el magnífico Templo de Salomón, sería quemada hasta sus cimientos y dejaría de existir (2 Crónicas 36:19).
Antes de ser llevados cautivos a Babilonia, el Señor hizo que Jeremías le dijera al pueblo que no pusiera resistencia, sino que se fuera a Babilonia y se estableciera allí porque después de 70 años, Él los haría volver.
Él les dijo, “Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo los visitaré, y despertaré sobre ustedes mi buena palabra, para hacerlos volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de ustedes, dice el SEÑOR, son pensamientos de paz, y no de mal, para darles el fin que ustedes esperan” (Jeremías 29:10-11).
Como lo veremos seguidamente, Él no le hizo esa promesa al Reino del Norte.

El Juicio Sobre Israel

Así ha dicho el SEÑOR:
Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos. Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; y el hijo y su padre usan a la misma joven, profanando mi santo nombre. Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar; y el vino de los multados beben en la casa de sus dioses (Amós 2:6-8).
Alguien dijo una vez que, “Cuando las uniones entre Dios y los hombres se rompen, las uniones entre los hombres no pueden tener una mejor suerte”. Este cuadro de opresión hacia la clase inferior por las personas que gozan de posiciones privilegiadas, es solamente el comienzo de la acusación del Señor en contra de Israel, pero además demuestra el punto y nos da una buena lección a nosotros.
El Reino del Norte se separó del Reino del Sur a causa de la idolatría. Habiéndose liberado de las limitaciones impuestas por la Ley de Dios, se dejaron llevar por las inclinaciones naturales del hombre para maltratar a los menos afortunados. Esta era una violación a la Ley. El Señor había estipulado claramente y con severidad, las leyes que protegían a los siervos y a los pobres, pero estas leyes estaban siendo escandalosamente ignoradas. Los siervos domésticos se vendían por una miseria. Las siervas domésticas las convertían en prostitutas de la familia. Los vestidos tomados en prenda (para asegurarse el pago de una deuda), se mantenían ilegalmente hasta el siguiente día, y la práctica de imponer multas exorbitantes para arreglar acusaciones inventadas era cosa común. Por lo general, de manera literal, a los pobres se les quitaba la ropa y la comida de sus mesas.
Hoy día, aun en los países que se consideran desarrollados, las injusticias que sufren los pobres son diferentes, pero igual de detestables. Pero ampliando un par de los ejemplos anteriores, mujeres y niñas de todas las razas aun son vendidas como esclavas en el mercado sexual, porque el tráfico de seres humanos continúa en todo el mundo. Algunos países mantienen leyes que permiten a los menores de edad tener sexo, ya que se esa forma se estimula el turismo por el atractivo de las muchachas jóvenes.
En los EE.UU. y en Europa, los años de crédito fácil seguidos por unas economías en decadencia han tenido el efecto de poner a millones de personas en esclavitud financiera a largo plazo. El reducido poder adquisitivo de sus monedas se suma aún más al problema y deja a incontable número de personas esforzadas sin ninguna esperanza de poder liberarse. Mientras tanto, la brecha entre los ricos y los pobres se hace aún más ancha.
¿En dónde está el impedimento moral que hacía que los prestamistas mercenarios no pudieran exponer a los consumidores que son vulnerables a tentaciones que no pueden resistir? ¿En dónde está la protesta pública que solamente en unas décadas anteriores habría demandado que estos traficantes fueran llevados ante la justicia y juzgados bajo las mismas leyes que terminaron con el tráfico de esclavos hace unos cientos de años atrás? Todo eso desapareció cuando Dios fue expulsado de nuestra sociedad.
Yo destruí delante de ellos al amorreo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como una encina; y destruí su fruto arriba y sus raíces abajo. Y a ustedes los hice subir de la tierra de Egipto, y los conduje por el desierto cuarenta años, para que entrasen a poseer la tierra del amorreo. Y levanté de sus hijos para profetas, y de sus jóvenes para que fuesen nazareos. ¿No es esto así, dice el SEÑOR, hijos de Israel? Mas ustedes les dieron de beber vino a los nazareos, y a los profetas les ordenaron diciendo: No profeticen.
Pues he aquí, yo los aplastaré en su lugar, como se aplasta el carro lleno de granos; y el ligero no podrá huir, y al fuerte no le ayudará su fuerza, ni el valiente librará su vida. El que maneja el arco no resistirá, ni escapará el ligero de pies, ni el que cabalga en caballo salvará su vida. El esforzado de entre los valientes huirá desnudo aquel día, dice el SEÑOR (Amós 2:9-16).
Cuando Dios prometió darle la tierra de los amorreos a Abraham, Él dijo que la transacción no se llevaría a cabo durante 400 años “porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí” (Génesis 15:16). Conociendo el fin desde el principio, Dios sabía que los amorreos no se arrepentirían de sus malvadas costumbres. Pero a pesar de ello, Él les daría otra oportunidad porque Él realmente quería que lo hicieran así, por eso es que Él no podría decir que no se los había advertido.
A pesar de que la Biblia no lo menciona, el carácter de Dios habría demandado que Él les dijera que su tiempo se había terminado. (En unos pocos versículos lo veremos a Él insinuándole eso mismo a Israel.) Recordemos que después del diluvio todos los pueblos de la tierra adoraban a Dios. Ya para el tiempo de Abraham la mayoría dejó de hacerlo, reemplazando la verdad sobre el origen de la humanidad por mentiras atroces las cuales se convirtieron en el fundamento de sus falsas religiones.
Pero ciertamente el conocimiento de su pasado aun permanecía en sus mentes. Y por lo menos uno de los hijos de Noé, Sem, aun estaba vivo y vivía en la región de los amorreos durante el tiempo en que Abraham viajó a lo largo y ancho de sus territorios (Génesis 13:17) y pudo haberles dado testimonio sobre lo que Dios les haría. Estas circunstancias señalan al hecho de que no es que Él no se los hubiera advertido, sino que ellos no escucharon. Entonces, cuando el tiempo expiró, Él llevó a los israelitas bajo el liderazgo de Josué, como Sus agentes de juicio, y los amorreos fueron desposeídos de todo lo que tenían.
Y ahora, la misma nación que vio de primera mano cómo es que Dios se sentía sobre el estilo de vida pagano, estaba disfrutando el mismo comportamiento que había causado el juicio contra los amorreos. Y lo que es más, ellos también ignoraron las advertencias de los profetas y aun minaron los esfuerzos de aquellas personas que intentaron mantenerse santas. ¿Cómo podrían pensar que Dios no los juzgaría?
El Reino del Sur no aprendió la lección del Reino del Norte, por lo que también fue juzgado. Y el mundo hoy día tampoco ha aprendido la lección. Dios es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). ¿Cómo podemos siquiera pensar que Él no nos va a juzgar?

Amós 3

Se Convocan Testigos en Contra de Israel

Escuchen esta palabra que ha hablado el SEÑOR en contra de ustedes, hijos de Israel, contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice así: A ustedes solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, los castigaré por todas sus maldades.
¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? ¿Caerá el ave en la trampa sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará la trampa de la tierra, si no ha atrapado algo? ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual el SEÑOR no haya hecho? Porque no hará nada el SEÑOR Dios, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas (Amós 3:1-7).
Estos ejemplos nos muestran que a pesar de que las promesas de Dios a Abraham eran incondicionales, Su relación con Israel se basaba en la causa y el efecto. La obediencia producía bendición y la desobediencia traería juicio. De hecho, todo el Antiguo Testamento podría ser resumido en una sola pregunta: “Israel, ¿me vas a obedecer, o no?”
Así como Israel fue advertido por los profetas, de la misma manera el mundo está siendo advertido hoy día. Nosotros deberíamos consolarnos por la promesa de que Dios no hará nada sin antes decírnoslo primero. No hay sorpresas, excepto para aquellas personas que rehúsan creer las advertencias. Pablo escribió que los juicios que cayeron sobre Israel también fueron una advertencia para nosotros, a quienes ha alcanzado los fines de los siglos (1 Corintios 10:11). Él hizo la distinción entre el creyente y el incrédulo del final de la era, diciendo que el primero no será tomado por sorpresa, mientras que el segundo sí (1 Tesalonicenses 5:3-4). Y resulta que así como Sus promesas a la Iglesia son incondicionales, la relación de la humanidad con Dios aun está basada en la causa y el efecto. El creer trae bendición mientras que la incredulidad acarrea juicio. E igual como el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento se podría resumir en una sola pregunta también: “Humanidad, ¿Vas a creerme, o no?”
Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla el SEÑOR Todopoderoso, ¿quién no profetizará? Proclamen en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de Egipto, y digan: Reúnanse sobre los montes de Samaria, y vean las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio (Amós 3:8-9).
Aun los líderes paganos de los filisteos y de Egipto estarían de acuerdo en que el juicio de Dios sobre el Reino del Norte es justo y bien merecido.
No saben hacer lo recto, dice el SEÑOR, atesorando rapiña y despojo en sus palacios.
 Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así:
 Un enemigo vendrá por todos lados de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados.
Así ha dicho Jehová:
De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho (Amós 3:10-12)
Habiendo dañado su conexión con su Creador, ya no tenían la habilidad de poder distinguir entre lo bueno y lo mano. Por consiguiente, el Señor estaba enviando a Asiria para juzgarlos. De camino, los asirios también conquistarían a Damasco.
Debido a sus numerosas conquistas el imperio asirio estaba creciendo. Sin tener una estrategia para impedírselo, pronto pasarían el tiempo manteniendo la paz mientras las naciones conquistadas hacían esfuerzos por recobrar su independencia. Cuando los asirios conquistaban un enemigo, trasladaban a todas las personas sobrevivientes que les parecían como líderes potenciales, a otros lugares del imperio, dejando solamente aquellas personas que no les serían ningún peligro.
El Señor hizo que Amós utilizara la analogía de un pastor para describir eso. Cuando un animal salvaje devoraba una oveja, el pastor recuperaba los pedazos que dejaba el animal para ser inspeccionados por su dueño y demostrar así que la oveja fue comida por el animal y no robada por el pastor. De la misma manera, el Señor preservará solamente las partes no deseadas del remanente de Israel para probar que el juicio se había llevado a cabo. Cuando los asirios se llevaron cautivo el Reino del Norte, solamente dejaron unos pocos sobrevivientes para proteger la cosecha.
Escuchen y testifiquen en contra de la casa de Jacob, ha dicho el SEÑOR Dios de los ejércitos: Que el día que castigue las rebeliones de Israel, castigaré también los altares de Bet-el; y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a tierra. Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice el SEÑOR (Amós 3:13-15).
Poco tiempo después de la guerra civil, un becerro de oro había sido levantado en Bet-el cerca del lugar en el que Jacob había visto la escalera ascender al cielo (Génesis 28:10-19). Bet-el pronto se convirtió en un centro de adoración pagana que el Señor algunas veces llamaba Bet-Avén, o Casa de Iniquidad. Su religión le disgustaba al Señor y sus centros de adoración serían destruidos. De la misma manera serían totalmente destruidas todas las casas de lujo de los ricos las cuales habían sido compradas con el dinero extorsionado a los pobres.
Aquí la lección es clara. El Señor es paciente, otorgándoles bastante tiempo a Sus hijos desobedientes para que retornen al camino de la justicia. Pero llegará un momento cuando Su paciencia se agote y Su justicia exija responsabilidad. En este momento nos encontramos en la cúspide de ese tiempo, y las profecías nos dicen que ya que no hemos querido aprender las lecciones de la historia, estamos condenados a repetirlas. Manténganse en sintonía. 23/02/2013.

Título Original: Amos Speaks Again… Part 2
Traducido por Walter Reiche B.
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